Hoy me cuesta escribir. Me cuesta pero me viene bien, porque asi entretengo la cabeza.
Me levante prontito, al recibir la llamada de un amigo. Que me pidió que saliéramos a pasear para conversar y ver que se hace en esta ciudad.
Cuando caminábamos nos encontramos en la calle con tres chicos podríamos decirlos hippies que se encontraban afuera de la catedral me llamo mucho la atención ya que uno de ellos tenía una bola de cristal que la hacía rodar por su cuello y brazo en fin seguíamos caminando.
Después desayunábamos... lo del desayuno era gracioso porque . Un señor de la tercera edad se acerco y nos empezó a molestar diciéndonos que hacemos un pareja bonita nosotros solo reíamos por que en verdad somos muy buenos amigos.
Desayunábamos y nos íbamos a la universidad. Allí nos estaban esperando dos amigos más. Al encontrarnos con ellos una amiga nos pidió que la acompañemos a la guarderia donde trabaja su mama a ayudarla porque ella tenía una ocupación así que sin pensarlo nos fuimos.
Después de 12 a 12.30 jugábamos un rato con los niños. Este ratito era el mejor, junto con la hora de la comida, porque era cuando de verdad nos relacionamos con los niños. Para arrancarlos una sonrisa nos pintamos las caras con marcadores e hicimos una obra de caperucita roja fue imprevista pero nos salió genial.
Jugábamos con los niños... así aprendimos algunas cosas y recordaba cada uno nuestras anécdotas cuando éramos niño.
Después estábamos con ellos en el comedor y después de que comieran comimos bien, siempre lo mismo, pero bien: pasta, arroz, guisantes, aguacate, carne.
Después desayunábamos... lo del desayuno era gracioso porque . Un señor de la tercera edad se acerco y nos empezó a molestar diciéndonos que hacemos un pareja bonita nosotros solo reíamos por que en verdad somos muy buenos amigos.
Desayunábamos y nos íbamos a la universidad. Allí nos estaban esperando dos amigos más. Al encontrarnos con ellos una amiga nos pidió que la acompañemos a la guarderia donde trabaja su mama a ayudarla porque ella tenía una ocupación así que sin pensarlo nos fuimos.
Después de 12 a 12.30 jugábamos un rato con los niños. Este ratito era el mejor, junto con la hora de la comida, porque era cuando de verdad nos relacionamos con los niños. Para arrancarlos una sonrisa nos pintamos las caras con marcadores e hicimos una obra de caperucita roja fue imprevista pero nos salió genial.
Jugábamos con los niños... así aprendimos algunas cosas y recordaba cada uno nuestras anécdotas cuando éramos niño.
Después estábamos con ellos en el comedor y después de que comieran comimos bien, siempre lo mismo, pero bien: pasta, arroz, guisantes, aguacate, carne.
Así que n os quedamos hasta las 4 que es la hora de salida de ellos llegue a mi casa cansada pero feliz porque me pase muy bien pasaron las horas merendé y como todas las noches vi mi novela acabe de verla y me acosté en mi cama y pensaba en todo lo bien que me pase.
¡¡Qué ganas de volver!! A ese día tan genial.
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