UN SOÑADOR EN EL MUNDO
Los hippies escuchan rock psicodélico groove y folk contestatario, abrazan la revolución sexual y creen en el amor libre. Algunos participan en activismo radical y en el uso de estupefacientes como la marihuana, y otros alucinógenos con la intención de alcanzar estados alterados de conciencia, en realidad una forma de rebelarse por la homogeneidad de conceptos que ofrece el Sistema. También buscan formas de experiencia poco usuales, como la meditación. Debido a su rechazo al consumismo suelen optar por la simplicidad voluntaria, ya sea por motivaciones hedonistas, espirituales-religiosas, artísticas, políticas, o ecologistas.
Su vida es como un sueño, tiene una mochila desinflada en la que lleva un protector solar, una botella de agua, y una colcha por si le hace falta.
Se llama Maxime Furiga tiene 23 años y es hippie. Lleva rastas en su cabello por que una amiga le enseño que esas trenzas son un símbolo de conexión con la madre tierra. Es francés pero habla español con acento argentino.
Su historia empieza cuando un día decide dejar su país porque quería conocer Sudamérica, así que tomo un velero que le llevo desde España a Trinididad y Tobago. Desde eso hace dos años y medio. Desde allí emprendió su viaje a Venezuela y siguió por el resto de países, hasta que un día llego a Ecuador. Siguió su recorrido por otras tierras, pero el amor lo hizo volver por segunda vez a nuestro país. Llego hace cuatro meses para estar presente en el nacimiento de su hijo ecuatoriano.
Fue cuando recorrió algunas calles de Azogues y busco la mejor se acomodaba a su idea de ganarse la vida. Eligio la Bolívar y Azuay, en el centro de la ciudad. Allí se encuentra haciendo sus malabares y el cómplice semáforo se pone en rojo para obligar a los conductores a ver su espectáculo que aprendió mientras viajaba. Lo realiza a pie descalzo, no le importa el calor del pavimento, parece que la planta del pie se acostumbro y formo un callo. Cuando piensa que su trabajo ha terminado, se pone sus zapatos los compro en Bolivia a USD 1,50. Son unas sandalias hechas completamente de llanta.
El tiene su propia filosofía no le gusta la idea de trabajar, no le gusta esa palabra, así que huye a todo lo que se le parezca. En su vida no hay horarios, por eso su arte lo hace cuando tiene ganas. Puede estar una dos o tres horas en si sitio de presentación. O no ir, si así lo quiere. Su idea es que el mundo esta tan mal hecho que a las personas no les queda más que trabajar todo el día. Quiere escapar de eso cree que el ser humano perdió la vista de las cosas esenciales, por eso el dinero para vivir lo obtiene de su arte, pero no siempre recibe monedas.
A veces le pagan con caramelos. El no se los come, no le gustan los regala, nunca le han obsequiado un pollo y si así fuera quizá correría la misma suerte, es vegetariano.
El prefiere Latinoamérica porque siente que aquí hay más tiempo, los días no se van rápido como en Europa. Y porque la gente es generosa, eso lo constato mientras viajaba e iba a los mercados y la gente le regalaba frutas o verduras. Para el todavía funciona el trueque. Y no siempre opera de la misma manera. A veces cambia artesanías hechas por él y en otras ocasiones, le basta una sonrisa para comer un buen alimento.
Para este hombre no todos los días son iguales. Su vida no tiene horarios, si quiere se levanta más temprano, si quiere más tarde. Si no no tiene ganas de trabajar no lo hace. Si quiere compartir con sus amigos sigue ese camino y punto.
Parece que no le importan las posesiones. Cuando viajaba por Latinoamérica nunca se preocupaba donde iba a dormir. Es de esas persona que piensan que la fe en la vida ayuda a resolver estas cuestiones. Por eso no reflexiona en el futuro. Cuenta que sus padres están felices con la vida que eligió porque consideran que su hijo está haciendo lo que le produce dicha. Hace un mes y medio ellos lo visitaron y le trajeron unos cuantos recuerdos, que incluían un par de camisetas. De lo contrario, era poco probable que Maxime se las comprara, el no cree en el consumismo. Cuando estaba en Francia era aficionado de esas tiendas en las que las personas dejan sus cosas para cambiarlas por otras.
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